viernes, 9 de septiembre de 2011

Resumen

EL AMOR, LAS MUJERES Y LA MUERTE
Arturo Schopenhauer
El Amor


El amor ha sido siempre el asunto principal de pintores, dramaturgos, poetas y novelistas, según Schopenhauer, dicho tema es tan fecundo como los frutos de las estaciones, el amor todo lo puede con una fuerza avasallante y una perseverancia increíble que puede llevar a la locura.
De todos los filósofos que se han ocupado del tema, quien más le prestó atención fue Platón, sobre todo en El Banquete y Fedro y tras él, Rousseau, Kant, Platner y Spinoza, pero ninguno de ellos logró abordarlo profundamente con precisión, razón por la cual el autor asegura no tener que valerse de ellos ni refutarlos, siendo su vida exterior la que ha hecho que se ocupe de este asunto y forme parte de sus consideraciones acerca del mundo. Al igual que tampoco pretende la aprobación de los enamorados, quienes seguramente no estarán de acuerdo con su planteamiento.
Para Schopenhauer, el amor representa y ocupa un espacio importante en la vida de todo ser humano y es el fin último de su existencia, así como también tiene todas sus raíces en el instinto natural de los sexos, hace de hombres honorables, hombres deshonrados, logra cometer tonterías a los más ingeniosos, destruye las más sólidas relaciones y elige por víctimas a la salud, bienestar, la riqueza, felicidad y hasta la vida misma. ¿Por qué tantos arrebatos y miserias?, para el filósofo no se trata de nada más que la combinación de la generación futura, de esos seres que vendrán luego de nosotros y representarán la continuación de la especie.
En ese ser venidero, la naturaleza propia de su carácter depende en absoluto de la elección individual por el amor de los sexos. Cuando se especializa en un individuo determinado el instinto del amor, esto no es más que la voluntad que aspira vivir en un ser nuevo, distinto y determinado. Y es cuando el instinto amoroso subjetivo embelesa a la conciencia y genera en este un disfraz de admiración objetiva.
El amor no se conforma con encontrar un sentimiento recíproco, exige la posesión por completo, el goce físico. Con ello será posible la creación del nuevo ser que dará continuidad a la especie, el hombre y la mujer aspiran a entrecruzar su amor en un solo ser, a fusionarse en uno, que será la prolongación de su existencia.
Este nuevo hijo, producto del enlace de sus padres, tendrá del padre la voluntad o carácter y de la madre la inteligencia, a pesar de que sea difícil explicar el carácter individual de cada quien, no es menos complicado comprender el sentimiento exclusivo que arrastra a dos seres a la creación de otro. Es más fuerte cuanto más individualizado sea, es decir, cuando la persona amada sea más capaz de corresponder a la aspiración particular que ha hecho nacer en aquel que ama. El amor, en su primer impulso se mueve hacia la salud, la fuerza y la belleza, no existe amor si no en la conformidad de dos seres; el hombre busca en la mujer las cualidades que mejor corresponden a las suyas propias, siempre en miras al hijo por nacer.
El hombre busca en la mujer la belleza con el único propósito de mantener, en el ser futuro, lo más puro e íntegro posible el tipo de la especie, después buscará todas las cualidades que le faltan o a veces las imperfecciones a las suyas, le parecerán bellezas, razón por la cual a las mujeres grandes sientan simpatía por los hombrecillos y los rubios prefieran a las morenas.
El carácter del instinto del hombre es obrar en vista de una finalidad de la cual éste no tiene idea.
Una de las consideraciones que el autor cree como primordiales y que nos dirigen hacia la persecución de esa pasión son, primeramente la correspondiente con la edad, por lo general los hombres deciden elegir a las mujeres en una comprendida entre el comienzo y final del flujo menstrual, es decir, entre los 15 y los 28 años, para Schopenhauer, fuera de este rango de edades, las mujeres dejan de ser interesantes para los hombres, puesto que es incapaz de tener hijos, la juventud sin belleza tiene siempre atractivo, no en el caso contrario. Por lo general todo individuo que no se encuentre en éste período propicio para la gestación, pierde interés para el otro sexo.
La segunda de esas consideraciones, es la salud, las enfermedades crónicas alarman porque son transmisibles a los descendientes y finalmente no es conveniente. Luego, la tercera consideración es el esqueleto, un cuerpo encorvado o cojo siempre nos alejará a pesar de contar con un rostro hermoso. Asimismo, no es de menor importancia los dientes, porque sirven para la nutrición y son hereditarios, además la masa corporal juega un papel muy importante, una mujer gorda genera repudio en los hombres, igualmente a pesar de lo agraciada que pueda ser su cara.
Por su parte, las mujeres se inclinan por los hombres cuya edad esté comprendida entre los 30 y 35 años, puesto que corresponden a los de mayor apogeo genérico, por encima de los más jóvenes, puesto que la belleza para ellas pasa a un segundo plano, como si ellas tuviesen la capacidad de transmitírselas por entero a los hijos.
Suele ser común ver a mujeres cultas y de buen gusto con hombres ordinarios y brutos u hombres sabios con mujeres mediocres. Esto responde a que el amor no es un acto intelectual, por el contrario es puramente instintivo.
El requisito indispensable para el matrimonio no es que la pareja mantenga una buena conversación, sino la procreación de hijos. Teniendo en cuenta que el atractivo por instinto, el cual es el único que da origen al amor apasionado.
En cada individuo existe el complemento individual del otro y es esa unión lo que hace que se neutralicen los defectos, un hombre débil buscará a la mujer más fuerte y viceversa.
Para el filósofo, lo anteriormente mencionado corresponde con la ley de concordancia de los sexos, cuando el conjunto de irregularidades y/o defectos físicas de la mujer son exactamente lo opuesto, y por ende, lo correctivo de los del hombre, entonces se hace presente la pasión.
El amor se empeña en un ser único, logrando tal intensidad que si no puede ser satisfecho pierde valor hasta la misma vida, la cual podría conducir a la locura o al suicidio.
De todos los seres humanos brota esa aspiración de un ser futuro, que encuentra la ocasión única para llegar a la vida, y esta aspiración se manifiesta por la pasión exclusiva de los padres, el uno por el otro. Es esa ilusión que hace a un enamorado sacrificarlo todo por una mujer, quién podrá ofrecerle el fruto de su vientre. No obstante esa pasión puede extinguirse con el goce, o con la esterilidad de la mujer.
La constitución física de dos individuos puede ser tal, que para mejorar la especie y devolverle su pureza, deba uno de esos individuos ser el complemento del otro. Ese deseo mutuo los atrae, como si representara una misión especial, la cual cobran un carácter elevado.
El amor, para Schopenhauer, es la pura representación de la voluntad de vivir, y esta voluntad, es la razón misma de vivir, pero que no explica por sí sola esta voluntad. Sin embargo, el amor es considerado por él, como un acto primitivo de reproducción y conservación de la especie, en la que la pasión denota su existencia, pero la misma desaparece con la consumación de la pasión y esto se debe a que una vez obtenidos los amantes el resultado de su relación ante la humanidad, y haber aportado los hijos que permitirán la continuidad de la existencia, ya la pasión puede desaparecer, esto es porque en el fondo no persigue su propio interés, aun cuando se lo imagine, sino el de un tercer individuo que debe nacer de ese amor.
Así mismo, el amor es un disfraz de esa pasión, que se figura en pinturas, se escribe en versos, se representa en novelas, pero no es tal, debido a que esa voluntad de amar termina con la consumación misma del amor, y esto no es más que un espejismo de la suprema felicidad, que hace que los amantes se busquen unos a otros con las características que permitirán que la especie vaya en mejoría, con la unión de mujeres bellas con hombres fuertes, o bajas con hombres altos, de hombres inteligentes con mujeres graciosas, y que por esto la preferencia de los seres por sujetos sanos.
Sin embargo, esa alucinación que se produce en un hombre al ver a una mujer de su gusto, experimenta una desilusión y desengaño al satisfacer la pasión, y es solo la especie la que se satisface de esa pasión pasajera con la
reproducción de los hijos. Por eso, la fidelidad es un mal invento, debido a que los hombres pueden procrear muchos hijos, mientras que las mujeres no y por otra parte, cuando muere la pasión por una mujer, puede despertar en otra, que por inventar cosas como el matrimonio y la fidelidad se ve reprimida la voluntad misma, de vivir.
Para Schopenhauer, el amor apasionado no es considerado como lo era en su época, un pecado, es más bien la voluntad de vivir, la voluntad innata de la especie, capaz de hacer que hombres y mujeres se profesen un amor eterno capaz de llevarlos a perder el deseo de vivir y por ende a la muerte, tal como Romeo y Julieta. Pero esa decisión de dejarlo todo por amor, no es un sentimiento que provenga del corazón y menos de la razón, sino del instinto de la especie por perpetuarse.
Es el amor concretamente una apariencia y el individuo que experimenta la vivencia es un representante. Primeramente, se puede decir que el amor es la voluntad de vivir determinada en un fin no subjetivo, ya no voluntad abstracta sino voluntad de vivir y de prolongar la especie.
El amor está condicionado a la voluntad. Diríase que el hombre contiene en sí un algo que lo domina y acaso lo controla. Es entonces que se ama por necesidad y la elección del objeto de deseo es una elección maquinalmente tomada por la voluntad, que busca siempre mejorar la especie. Dado el valor que Schopenhauer da a la subjetividad, es el individuo quien impone características de orden etéreo al objeto de su amor, y el deseo es en este caso deseo de reproducción. En la ternura de los gestos y las profundas miradas que comunican a los enamorados, solamente se esconde un claro fin que es la procreación de un nuevo individuo.
El enamorado principalmente es alguien que imagina, representa en su percepción una serie de pensamientos formulados por él mismo, impuestos a un objeto de deseo, si bien no se puede desear nada que no tenga una utilidad y la utilidad en este caso es la reproducción.
Schopenhauer desata toda su pesimista pluma y por qué no, todo su rencor hacia un genero del que no ha sido correspondido. En el que inicia diciendo textualmente “Solo al contemplar a una mujer podemos comprobar que no está destinada ni a los trabajos de la inteligencia, ni a los grandes trabajos materiales. Paga su deuda de la vida no solo con la acción, sino con el sufrimiento, los dolores de parto y las inquietudes que le proporcionan los hijos en su infancia; además tiene que obedecer al marido… su vida no está hecha para grandes esfuerzos ni para las penas o los placeres excesivos.
Así continua, afirmando sin derecho a duda que las mujeres somos faltas de inteligencia y que solo somos aptas para la primera educación de los hijos, puesto que toda nuestras vidas es una eterna infancia, y que solo nosotras podríamos atender a los hijos, debido a que el jugar y bailar con los niños no es cosa de hombres.
Le atribuye a la naturaleza, nuestra belleza, gracia y perfección física, durante algunos años, con el fin único de conquistar a un marido que se haga cargo de ellas, alegando que debido a que la razón y la reflexión no nos habría servido de nada, la naturaleza nos ha dotado de las armas necesarias para asegurar la existencia, pero que tal como las hormigas pierden las alas después de la gestación, las mujeres después de dos partos perdemos nuestras armas de belleza que nos hicieron conquistar al padre de nuestros hijos.
Nos consideraba astutas, más no inteligentes, y esa astucia nos sirve (según él) como arma para defendernos de nuestra falta de raciocinio, reflexión e inteligencia, tal como un león se defiende con sus garras. Siendo nuestro único fin, alcanzar un hombre que nos de lo que nosotras ni por inteligencia ni por fuerza podernos alcanzar, y para ello nos valemos de la astucia, manifiesta en el fingimiento, el rodeo y la coquetería, lo que se traduce (textualmente) “en una monada”.
Duda en todo momento de nuestras capacidades, afirma sin derecho a réplica que en toda la historia no hemos producido ninguna obra de arte, de literatura, ni nada original y que tanto Rousseau como los griegos tenían razón en no permitirnos entrar ni siquiera a la opera, por cuanto no podríamos apreciar una obra. Por lo que hablar de derechos de las mujeres es una posición enteramente falsa, para él, no debían existir consideraciones sobre damas y señoras, y la galantería y veneración que le manifiestan algunos hombres no es más que una hipocresía que nos ha hecho, arrogantes e impertinentes.
Para Schopenhauer el amor en el matrimonio pudiera comenzar por ser acuerdos de cualidades complementarias como morales, intelectuales y físicas, tomando en cuenta siempre las generación futura, comenzando así el amor apasionado que se convierte entonces en el interés por la constitución especial y personal de la raza venidera, con esto explica mediante dos verdades que esta pasión desenfrenada solo es causa en primer lugar de la indestructibilidad del ser en si que sobrevive al hombre en esas generaciones por venir, “esta simpatía tan viva y tan activa que nace, no de la reflexión, ni de la intención, sino de las aspiraciones y de las tendencias mas intimas de nuestro ser, no podría existir de una manera tan indestructible y ejercer sobre el hombre tan gran imperio, si el hombre fuese efímero en absoluto y si las
generaciones se sucedieran real y absolutamente distintas unas de otras, sin más lazo que la continuidad del tiempo. La segunda verdad es que el ser en si reside en la especie más que en el individuo, porque este interés por la constitución especial de la especie que es el origen de todo comercio amoroso, desde el capricho mas fugaz hasta la pasión más seria es en verdad para cada uno el mayor negocio, aquel cuyo éxito bueno o malo, le afecta de la manera más sensible, de donde le viene por excelencia el nombre de negocio del corazón.
Es de extrañar que un hombre con el pesimismo de Schopenhauer no busque el culpable mas a la mano que han tenido los hombres en la historia, “la mujer” y que a diferencia de los griegos y las doctrinas religiosas de su época, considere que es cuestión de la naturaleza los defectos que él observaba en las mujeres. Reduciéndonos con esto a un ser sin categoría y en efecto, esto nos hace libres de toda culpa alimentada durante años y vigente en la mente de gran parte de la sociedad, aun en la actualidad. Una obra genial, que da paso a los grandes pensadores del siglo XIX, y que como filosofo de la época, marcó un momento, capaz de entender el papel del hombre en la sociedad, en cuanto a la libertad y la religión, pero incapaz de ver en la mujer un ser humano que dos siglos después podría leer su filosofía y usarla para interpretar el pensamiento histórico en relación a la feminidad.