Sócrates filósofo griego fue considerado el fundador de la filosofía moral, su apología fue escrita por platón quien le atribuía a Sócrates sus conocimientos. En su apología Sócrates realiza una defensa puesto que se le estaba acusando de corromper a los jóvenes, ancianos y a la invención de nuevos o falsos dioses. Sus acusadores son los sofistas a quienes Sócrates los llama mercenarios e injuriadores que buscan alejar la verdad y el conocimiento de la sociedad. Son los sofistas los que se han encargado de promover malas idea de Sócrates debido a la envidia que le tienen y a que Sócrates los a puesto al descubierto con sus prácticas, por lo que Sócrates trata de dar a entender esto a los jueces para que ellos lo juzguen objetivamente y también esclarece la acusación de que ha inventado nuevos dioses y que no cree en los dioses establecidos, pero Sócrates muy astutamente deja en claro que el cree en los dioses, dando ejemplo de esto a los demonios que son de una forma u otra dioses, y hablando de los semidioses, especificando que estos también tienen padres dioses.
Después de la primera resolución Sócrates se auto condena diciendo que el siendo un hombre bueno en vez de recibir un castigo por el bien que ha hecho a la humanidad debería recibir honores en palacio y ser alimentado ahí, lo que mucho necesitaba ya que era muy pobre, y además la cárcel no seria una falta de libertad para el, ni el destierro porque seguiría enseñando a otros jóvenes, ni la multa porque no tendría como pagarla, lo que enfada aún más a los jueces. También Sócrates hace una crítica a la política y al sistema político, después del juicio, comparando a los jueces que lo absolvieron como buenos o verdaderos jueces con los que lo condenaron dejando a la imaginación lo que ellos representarían. Los presenten consideraban que Sócrates se burla de ellos y les falta el respeto. Sócrates dice que la política debe estar en dirección a la libertad y a que cada uno pueda encontrar la verdad para lograr ser sabio y que son estos los más grandes bienes que un hombre puede adquirir, pasando a segundo plano las riquezas y los honores, respetando el pensamiento del individuo.